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3)  Se vienen los Reyes Magos....
Los destronados por Santa Claus todavía hacen fuerza. No dejar que los niños lean esta página, pues están llenos de ilusiones: el último modelo de celular, etc.a
AMABILIDAD ADELANTADA DEL PAISANO CON LECTURAS PARA LOS PAPAS, MAMAS , ABUELOS, TÍOS Y DEMÁS DAMNIFICADOS.

El mito de los reyes magos

Goya escribió al pie de uno de sus aguafuertes: ”Los sueños de la razón engendran monstruos”. Es cierto, pero también engendran mitos. Según los entendidos estos mitos, por disparatados que parezcan – o sean- , tienen la misma validez que las proposiciones de la ciencia, dado que ofrecen una explicación, plausible o no, pero explicación al cabo, de acontecimientos transformados por la alquimia del imaginario colectivo en sucesos milagrosos. Dice al respecto Ernest Cassirer en su libro El Mito del Estado (F.C.E., México,1947) que investigadores de gran autoridad reconocieron que no había diferencia sustancial entre el pensamiento mítico y el pensamiento científico.
Una característica histórica de estos mitos es que tienen las piernas largas y el paso veloz: atraviesan ríos y desiertos, mares y continentes, y, para sorpresa de quienes suponen como caso único e irrepetible el acontecimiento fundador de su religión o creencia, - en este caso la adoración de los Reyes Magos a un niño que es a la vez Hijo del Hombre, Hijo de Dios, y Dios al mismo tiempo -, personajes semejantes nacidos de vírgenes fecundadas por un semen celestial o por la sola voluntad divina de embarazar a una hembra humana, han llegado al mundo en otras comarcas, a veces muy lejanas. Todas estas criaturas generadas en el arcaico tiempo de los orígenes, como diría Mircea Eliade, participan del milagro de su advenimiento en el territorio de lo sagrado, donde se instala la inefable dimensión de lo sobrenatural.
Incertidumbres, paralelismos, invenciones
Tal es lo que sucedió con los famosos Reyes Magos que, según una piadosa tradición, llegaron en un 6 de enero hasta un humilde establo de Belén (más probablemente Nazareth, o quizá Cafarnaum). Allí compartían el heno una vaca y un asno. También había un gallo –recordado en la Misa de la Nochebuena que lleva ese nombre- el cual habría cantado al nacer un niño del vientre de una virgen (en el original hebreo del Evangelio según Mateo figura la palabra almah, que significa mujer joven, lo cual no certifica que conservara su himen intacto), fecundada milagrosamente por el Espíritu Santo. Dicho infante tendría a la vez la doble condición de criatura mortal y de Dios Encarnado. Su nombre profundo, no el vulgar que luego recibiría, era el de Emmanuel (Dios con nosotros), como expresa el evangelista citado.
Este niño, adorado por Reyes Magos venidos con presentes desde muy lejos, tras la luz de una estrella itinerante que se detuvo encima del establo –quizá fuera una gruta, remedo terrenal de una matriz cósmica- , haría milagros, fundaría una religión del amor -negada luego por feroces creyentes, señores de la espada y de la hoguera-, sería crucificado y renacería de entre los muertos al tercer día. Se le dio el nombre de Jesús y fue ungido como Christos, versión griega de la voz hebrea Mashiah, o sea Mesías.

Cultos solares

Hagamos retroceder mil años el reloj de la historia. El sol arrastra apenas su lánguido cuerpo sobre el horizonte. Es el solsticio de invierno en el hemisferio norte, o sea el 25 de diciembre, momento denominado en muchos lugares “ puerta de los dioses”. Solsticio quiere decir “sol inmóvil” pues durante tres días el padre de todo lo viviente parece paralítico, incapaz de trepar cielo arriba.
En pleno solsticio, tres mil años antes del presente, nace en Persia un predecesor de Jesús, dadas las similitudes de sus respectivas peripecias vitales, prédicas, muertes y resurrecciones. Se trata de Mitra, un ser prodigioso concebido por madre virgen que ve la luz en una caverna, es rodeado por humildes pastores y recibe valiosos presentes de unos magos que lo reverencian y adoran. Cuando se convierte en hombre se destaca como milagroso taumaturgo, sufre escarnios y persecuciones, muere a manos de sus enemigos y resucita al tercer día.
Pero no acaban aquí los paralelismos entre estos seres, considerados todos como Salvadores del género humano, esa confusa congregación de pecadores consuetudinarios, entendiendo el pecado como falta , como transgresión al orden de la vida personal digna y solidaria con la del semejante Hay en la historia de las religiones muchas divinidades encarnadas en cuerpos mortales nacidos de vientre impoluto durante el solsticio de invierno, las cuales participan de circunstancias semejantes en el día de su alumbramiento y sufren idéntica pasión. Así encontramos, entre otros, al Horus egipcio, al Attis frigio, al Krishna y al Buda indostánicos, al Dionysos griego y al Baco romano, al Zoroastro (astro de oro) persa, y la lista por cierto que no se cierra con estos nombres, al cabo relictos de antiquísimas divinidades mitologizadas en el neolítico y vinculadas con el culto al sol, el Natalis Solis Invictus de los romanos.
Pero no nos equivoquemos en este punto: Jesús no es un dios solar. Por razones estratégicas, hijas de un hábil pragmatismo, el Papa Liberio consagró el 25 de diciembre como fecha de su nacimiento, aunque el día y mes verdaderos permanecen en las sombras, y cuya ocurrencia, según la entreverada cronología del evangelista Lucas, debe ubicarse alrededor de diez años antes. Se quiso aprovechar la celebración popular de un rito pagano para fagocitarlo, para metamorfosearlo, para sincretizarlo, en definitiva. De tal modo la Iglesia superpuso la supuesta fecha del advenimiento del niño divino a viejos ritos solares con el propósito de neutralizar sus credos y ocupar los sitios sagrados del culto, como lo hicieron mas tarde en el Nuevo Mundo las iglesias de Cholula, edificadas sobre templos aztecas.

¿Reyes Magos o solamente magos?

Veamos lo que dice el Evangelio de Mateo, en el Nuevo Testamento, acerca de los ilustres visitantes que honraron y adoraron al niño recién nacido. Lo mismo, según la narración, hicieron unos humildes pastores del lugar, al cuidado de sus rebaños, hecho imposible en el invierno, que en Tierra Santa es frío , circunstancia que impediría la permanencia de hombres y animales en el inhóspito descampado. Pero ya se vio que la verdadera y desconocida fecha del alumbramiento de Jesús fue trasladada a la del nacimiento del Sol Invencible para sustituir el culto pagano por el cristiano, logrando así la adhesión de los infieles.
Resulta muy interesante comparar las diferencias existentes entre las traducciones del Evangelio de Mateo cuando se refiere a la visita de aquellos encumbrados personajes al niño recién nacido. Expresan Reina y Valera en su traducción de la Biblia: ”Cuando Jesús nació, en Belén de Judea, en días del rey Herodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos sabios, preguntando : ¿Dónde está el rey de los judíos, etc.” En la Biblia Latinoamericana se lee lo siguiente: “Habiendo nacido Jesús en Belén de Judá, durante el reinado de Herodes, vinieron unos Magos de Oriente a Jerusalén y preguntaron, etc.” Por su parte Nácar y Colunga traducen así: “Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos, diciendo, etc.”
En ninguna de las versiones consultadas se menciona a los Reyes Magos. Todas ellas provienen de una sola fuente, la Vulgata de San Jerónimo, el traductor la Biblia al latin, donde la visita se cuenta de esta manera: ” Cum ergus natus esset Iesus in Bethlehem in diebus Herodis regís, ecce Magi ab oriente venerum Ierosolymam, dicentes, etc.”
En la Vulgata, pues, no se habla de Reyes Magos, sino de unos magos llegados desde el Oriente. Y estos magos no eran lo que nosotros entendemos por tales, los iniciados en artes que transforman la realidad y convierten al oficiante en un pequeño demiurgo, sino, como cuenta Herodoto, se trataba de los miembros de una de las seis tribus de Persia especialmente dedicada a los oficios rituales, sin importar la religión que los practicara. Cuando se impone la doctrina de Zoroastro (así se le llamó en el Occidente a Zaratustra, quien predicó 1.200 años a.J.C.), son los magos quienes se encargan de la liturgia primero y luego de su difusión, constituyéndose en los misioneros de aquella.

Una loca numerología

¿Cuántos eran estos personajes, hoy representados como pertenecientes a tres tipos humanos –el término raza ha sido desterrado del vocabulario científico- entre los que desde hace algunos siglos se incluye a un negro? Dichos benefactores nocturnos de los niños, para cumplir cabalmente con su cometido – y este no es un ocioso comentario al margen-, deberían llegar a cada casa a velocidades más que supersónicas cargando bolsas de tan inverosímil tamaño y peso que es imposible concebir cómo podrían soportar esa montaña los sufridos dromedarios en que vienen montados. Pero los mitos, mitos son, y en ellos nada es imposible o extraordinario.
Al igual que en los anteriores casos, circundados por un fantástico halo de imaginación, la numerología del capricho saca de nuevo sus cuernos al sol.
Los magos, y no reyes, que extrajeron ricos y simbólicos presentes de sus cofres para ofrecerlos al niño dios fueron representados mediante pinturas en distintos lugares del culto a partir del siglo III de nuestra era.
Primeramente aparecen dos. En medio de los cráneos de las catacumbas romanas de un siglo más tarde, una generosa mitosis los convierte en cuatro. No contentos con esta duplicación, piadosos artistas, al decorar las paredes de los templos cristianos con pinturas alusivas a la vida de Jesucristo, los hacen llegar a seis. La fantasía oriental de las iglesias de Armenia y de Siria, que conservan rituales distintos al romano - en Armenia el nacimiento de Jesús se celebra el 6 de enero- los remonta a la docena. Toda una comitiva, pues. Pero no se detiene aquí el sagrado delirio. El calor que agobia el área geográfica de la iglesia copta, radicada en Egipto y extendida luego a Etiopía, donde adquiere caracteres propios, incuba aritméticas tropicales que multiplican por cinco el número anterior. Los reyes se transforman entonces en sesenta, no se sabe si montados en caballos árabes o en dromedarios. Pero la mente calenturienta de los ministros del cristianismo africano se atrevió a darles nombre a los integrantes de este ejército vestido con magnífico atuendo. Cuantos más sean los adoradores nominados, que esto los convierte de individuos en personas, más relevante resulta ser la figura de la criaturita a la que se le tributa homenaje.
¿Qué presentes traían esos magos, término éste que deriva según algunos lingüistas de magu, astrólogo en persa y según otros del griego mágos, hechicero? Dichos obsequios eran el oro, el incienso y la mirra. Por ello, en los inicios del siglo III de nuestra Era, al atribuir cada especie de regalo a un mago específico, Orígenes - el teólogo autocastrado para agradar a Dios con su voluntaria impotencia, que impediría el coito con la mujer, esa enviada del demonio -quiso acabar con las locas especulaciones. Entonces el santo varón (o eunuco) afirmó que los encumbrados visitantes habían sido tres. Y en tres quedaron de ahí en adelante. No obstante seguían conservando su carácter de magos, portadores del clásico gorro frigio que figuraba en las anteriores representaciones. Pero iba a ser por poco tiempo. En el correr del mismo siglo Tertuliano cambió la sospechosa condición de brujos, adivinos y astrólogos atribuida a los magos por la de Reyes de Oriente. Y remató sus testas con coronas regias, de brillante metal.

Cuántos eran y cómo se llamaban

Los artistas no le hicieron caso a Tertuliano. En un mosaico bizantino de Ravena se les representa todavía con el gorro frigio. Pero hay una novedad, inaugurada por textos inscriptos en el mismo mosaico. Los hasta entonces anónimos visitantes adquieren nombres. Se denominan Baltasar, Melchor y Gaspar. Un estudioso español del tema, Pepe Rodríguez, los caracteriza así en su documentado libro Mitos y ritos de la Navidad (B,S.A.Barcelona, 1997): “El primero, Baltasar, de unos 40-50 años, con barba oscura, lleva en sus manos un recipiente para mirra; Melchor, como de 20-25 años e imberbe, transporta una bandeja para incienso; y Gaspar, de más de 50 años, con pelo y barba largos y blancos, presenta una canasta con oro. Todos ellos son de piel blanca, ninguno se ha convertido aún en negro”. Posteriores escritos repiten los mismos nombres, que se aplican alterando la caracterización física de los personajes.
En Etiopía y Grecia, limitándonos solo a dos provincias de la cristiandad, se les conoció con otros apelativos, completamente distintos. Prevalecieron, sin embargo, por motivos de poder – la Iglesia romana lo tenía en grado sumo- las denominaciones que han llegado hasta nuestros días. Sin embargo sus aspectos, edades y ropajes cambiaban según el talante de los artistas.
Durante el Renacimiento hubo una verdadera explosión pictórica y todos los grandes creadores, obedientes a una moda a mitad de camino entre la religión y el arte, representaron en uno o más cuadros la adoración tributada al niño divino por los Reyes venidos del Oriente. Eso sí, hasta el siglo XVI todos aquellos ilustres viajeros eran blancos. No podía concebirse un rey negro pues la epidermis oscura de seres inferiores sujetos a la esclavitud les condenaba al desprecio, dado que carecían de la condición de hombres verdaderos. Africa y América estaban fuera de la historia. Eran pura geografía, como aún sostenía Hegel a principios del siglo XIX. Sin embargo, prevaleció de nuevo el pragmatismo evangelizador de la Iglesia. Para convertir al cristianismo a los seres de piel oscura que habitaban al sur del Sahara era necesario un cambio de color y origen. De tal modo Baltasar se convirtió en un simpático negrito, portador de la mirra, el vegetal proveniente de la Arabia Felix empleado para embalsamar, que simbolizaba la mortalidad del Cristo hombre. Como más tarde sucedería con sus hermanos de piel oscura, ya liberados de la esclavitud, se le encomendó un dirty job, un trabajo sucio. El oro, que simbolizaba a la realeza, le fue confiado a Melchor, representante, claro está, de los europeos, mientras que el incienso, que honraba a un dios, le fue confiado a Gaspar, proveniente del Asia semítica.
Y aquí nos detenemos. Mucho quedó por el camino. Muchos datos asombrosos fueron omitidos en aras de la brevedad y la concisión. Pero, con lo dicho quedaron al descubierto los avatares de un mito solar que persiste en nuestros días, aunque cada vez mas acorralado por unos renos y un trineo voladores que procuran sustituir, aculturando viejos rituales de la Europa nevada, la artesanía y la inocencia aldeanas de los pesebres por los arbolitos cónicos de hoja perenne .

Otras omisiones, otras extrañezas

No debía terminar acá el asunto de la invención en cadena de unos magos persas convertidos luego en reyes que, al mismo tiempo, representaban a las tres partes del mundo conocido, a los hijos de Noé – Sem, Jafet y Cam – y a los tres atributos de Jesús. Dichos atributos eran, y son: el primero, Rey de los judíos; el segundo, Dios encarnado, hijo del Dios Padre y Salvador de las almas inficionadas por el Pecado Original; y el tercero, hombre mortal, hecho para la arquitectura de la tumba. En tal carácter, que no puede desprenderse del pitagórico número tres, aquel niño integra un trío que es y que no es a un tiempo. El principal miembro de dicho trío es el barbado Elohim, voz que en hebreo significa”poderosos”, aunque rabinos y teólogos cristianos han edulcorado el rampante politeísmo con un toque henoteísta, que lo convierte en el más grande entre otros dioses. Este gran alfarero, que modeló a Adam con la adamah, la roja arcilla, se paseaba en las tardecitas por el Gan, el Jardín del Paraíso, a la sombra de los árboles de la Vida y del Conocimiento del Bien y del Mal. El último miembro es el abstracto, indefinible e incomprensible Espíritu Santo, claro que para nuestra escasa imaginación e inexistente fe. El Espíritu Santo, con la presencia de su divina persona, completa el milenario galimatías que la Iglesia Católica acata y propaga con el nombre de Santísima Trinidad, concepto que recién, luego de furiosas discusiones entre los partidarios del Pneuma y los defensores del Logos, fue canonizado en el siglo IV de nuestra era. En materia de religión, como en tantas ramas de la cultura, las instituciones no nacen, se hacen. Y también se deshacen para ser sustituidas por otras cuya legitimidad será cuestionada en el futuro, Panta rhei (todo fluye y pasa).
En la Escritura judía las cosas son más simples: el Espíritu Santo, nash-ha Qodesh, es el aliento creador de Dios.
Al procurar la interpretación cabal, si no científica, del Dios uno y trino, descartando el “misterio” de este tríptico sagrado, se advierte con meridiana claridad que su existencia invalida el pretendido monoteísmo de la religión cristiana. En efecto, no escapa a ninguna mente razonante, impermeable al ciego mandato de la fe, que su tufillo pagano no puede ser disipado ni siquiera por el santificador incienso, cuyas espesas humaredas, reinantes en las catedrales de la Edad Media- recuerdo el gigantesco Botafumeiro de Santiago de Compostela-, servían para aplacar, ya que no disipar, los apestosos olores de los fieles inbañables.
Quedan por fuera en esta ocasión las menciones a la cuadratura del triángulo impuesta por el culto mariano, las jerarquías angélicas de los ejércitos celestiales y la miríada de santos, esos populares satélites milagreros que a veces pretenden opacar la luz de los cuatro astros centrales como sucede, entre tantos otros casos, con el napolitano San Genaro.
Faltaría tambien referirnos al cuarto rey inventado por una leyenda rusa, al rey indígena fraguado por los Padres Jesuitas en las Reducciones de Guaraníes, a la imposible degollación de los Santos Inocentes ordenada por Herodes, un rey fallecido cuatro años antes del nacimiento de Jesús, y a la desleal competencia del gordinflón Santa Claus, propagandista de la Coca Cola y portaestandarte de la civilización del consumo conspicuo, cuya historia es tan alucinante como la de los magos venidos del Oriente tras la luciérnaga viajera de una estrella. Hay mucho más. Pero con lo narrado quizá alcance para proyectar algunas luces sobre los seculares mecanismos que actúan en la madrepórica construcción de los mitos.


4) Vidas y muertes paralelas que invitan a pensar...
Aprovechando las fiestas de Noche Buena, Navidad y la Matanza de los Santos Inocentes, que con la de los Reyes Magos constituyen una indisoluble unidad, voy a ofrecer a los amigos del fb, cristianos o no , los asombrosos paralelismos existentes entre Jesús y Horus, que se repiten en los casos de Mitra, Attis, Krishna y en parte de Dionysos. Todos nacen de madre virgen en el solsticio de invierno, realizan prédicas y actos muy similares en sus vidas, mueren injustamente a manos de poderosos enemigos, resucitan a los tres días, y ese milagro es anunciado por mujeres. Me limitaré a lo que documentan Plutarco (Isis y Osiris) y Gerald Massey (Ancient Egypt).Consultar estos libros , ya directamente, ya en bibliotecas virtuales, pleace.

Horus y Jesús nacen de madres vírgenes llamadas respectivamente Isis-Meri y Myriam (María). Un mensajero de los dioses comunicó a Isis su embarazo y el arcángel Gabriel hizo lo propio con María. El padre de Horus es el dios Osiris; Jesús es hijo del Espíritu Santo que, según un Evangelio apócrifo, penetró en María por una oreja. Ambos tienen padres putativos denominados respectivamente Seb y José, ambos carpinteros. Horus es de linaje real y Jesús desciende del rey David.
Pastores egipcios recibieron el aviso sobrenatural referente al nacimiento de Horus y pastores hebreos oyeron la “buena nueva” por boca de un coro angélico. Los dos nacen un 25 de diciembre, si bien en el caso de Jesús se trata de una componenda entre el papa Liberio y el emperador Constantino aprovechando la fecha de nacimiento del mitraico Solis Invictus. De este modo fue menos violenta la conversión de los paganos al nuevo credo.
Guiados por la estrella Sirio tres dioses solares se encaminan hacia la cueva donde había nacido Horus. Una estrella guió a los tres reyes magos hasta la cueva donde nació Jesús, (¿o en un establo en el que según evangelios apócrifos desechados por el Concilio de Nicea y aceptados por la tradición piadosa estaban la vaca, el asno y el gallo cantarín, padre de la Misa que lleva su nombre? ). Cuando un dignatario egipcio intentó matar a Horus, una voz divina avisó a Isis que huyera con su hijo “apretado sobre su pecho”. Cuando Herodes- aunque históricamente ya hacía cuatro años que había muerto- ordenó, según el evangelista Mateo, matar a los inocentes procurando eliminar al “niño divino” un ángel le ordenó a José que huyera a Egipto con su familia. Este dato no figura en otro Evangelio, el escrito por Lucas, que ubica a Jesús con su familia en Jerusalén.
Horus y Jesús fueron al templo a los 12 años para dar prueba de su asombrosa sabiduría. Horus fue bautizado en un río de estrellas y Jesús por su primo Bautista en el río Jordán. En distintos desiertos ambos resistieron las tentaciones de Set, señor la las tinieblas, y de Satán, su colega bíblico. Tuvieron cada uno doce discípulos, realizaron curas milagrosas, caminaron sobre las aguas y resucitaron muertos: Horus a el-Azar- Us y Jesús a Lázaro, nombres sospechosamente parecidos. Horus y Jesús experimentan la Transfiguración en sitios elevados (Jesús en el Monte Tabor). Horus muere junto a dos bandoleros y Jesús entre dos ladrones. Jesús fue crucificado y Horus asesinado. A los tres días ambos resucitaron y tal suceso fue anunciado por mujeres. Son a la vez dioses y mortales criaturas humanas. Aunque parezca inverosímil fueron denominados de idéntico modo: Hijo del Hombre, Cordero de Dios, Buen Pastor, Señor de la Luz, Luz del Mundo, El Sendero, La Verdad y la Vida. Tal cual. Y quien no me crea que se queme las cejas estudiando el tema en las aludidas fuentes, como este servidor lo hizo.

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Hoy es el dia del Holocausto,(Shoáh en ivri) que en griego significa quemar todo , hasta la ceniza de la vida y de las cosas

Una sola blanca mariposa

Una sola, una blanca mariposa
vuela sobre el hedor, sobre la niebla
del viento envenenado.
Se quemaron los labios del beso que nacía
en la luz del creciente
y con ellos
la esperanza de ver la luna llena;
las raíces del hombre lloraron por los muertos
y sus manos convertidas en carbones;
solamente una sola mariposa
vuela intacta por el aire letal
de aquella infamia.
El júbilo del sábado,
el bozo en la mejilla,
el pubis quinceañero,
las calladas caricias,
todo lo que cantaban los poetas
ahora es resplandor, órbita sin ojo,
huracán del cabello enloquecido,
sortija derretida junto al dedo,
zapatos asfixiados de las niñas que bailaban en ronda,
perdición bajo el humo maloliente,
sol asesino y nunca
más sombra que refresque,
más noche con estrellas, más pasto
mojado por la aurora:
solo estas alas de mariposa intacta,
solo esta salvación entre tanto hueso en polvo,
solo este vuelo y no el de la paloma
que llevaba hasta el Arca las hojas de la tierra,
sino el de una sola, solitaria mariposa,
escapada y no se sabe cómo
del aliento que todo lo calcina,
del hombre y la mujer achicharrados,
del cuerpo del amor que huele a brea,
de la vergüenza flaca y desollada
que grita desde el fondo del Infierno.



Daniel Vidart - Paysandú, 7 de octubre de 1920. Estudios de derecho y ciencias sociales en la Universidad de la República, Montevideo y de Ingeniería en la Universidad Nacional de Colombia.
Escritor, antropólogo y ensayista. Catedrático de Antropología de la Universidad de la República entre los años 1985 y 1988. Ha dedicado su vida esencialmente a la docencia de Literatura en diversas ramas de la Enseñanza.
Profesor de Sociología Nacional y Sociología General, Instituto de Profesores Artigas, entre 1967 y 1972, entre otros. Miembro de la Academia Nacional de Letras.