sábado, 12 de mayo de 2018

Hombrada


                                                  Serafín J García

Mándensé mudar tuitos a la puta!
¡No qui¡ero sabandijas en mi rancho!
¡P'aguantarle los secos a la pena
no precisa'e culeros el qu'es macho!

¡Vamos! ¡Juera de aquí, manga'e trompetas!
¡No esperen que los saque a rebencasos!
¡A mentir a otro lao! ¡A mí  esas lástimas
solo consiguen enyenarme de asco!

¡Si m'hija  jué pa ustedes una pluma!
¡Si ustedes jueron los que la mataron
a juersa'e  picotiar en su conduta
como en la oveja cáida los caranchos!

Dispués qu´eya, la pobre, tuvo el hijo
como a perra sarnosa la cuerpiaron;
jué una brosa nomás, una largada;
solo sirvió pa risa y pa estropajo!

¡Ninguno se acordó de qu´eya era guena
---un alma'e  Dios que a naides hiso daño---,
y aguantó la infelís, com'una marca,
el disprecio safao de tuito el pago!

Su nombre recorrió las pulperías
manosiao y babiao por los borrachos;
jué la farra'e las chinas en los bailes
y en las ruedas de mates de los ranchos!

Y aura que ya murió la pobrecita
 cansada de vivir hecha un pingajo
¿tienen coraje pa venir tuavía
a lechuciar ande la'stoy velando?

¡Mándensén mudar tuitos
¡Machos y hembras!

¡Aquí ya no hacen falta los caranchos! 
¡A campiar a otro lao carnisas frescas
ande se puedan empachar pulpiando!

¡Juera de aquí sotretas! ¿No me han óido?
¿Tán esperando que los curta'laso?
¡Aquí ya'stá de más la chamichunga!
¡Ya no hay a quién sangrar en este rancho! 

¡Si pa velar su cuerpo
y darle sepultura yo me basto!
¡Si no precisa agayas emprestadas
p'apechugar las penas el qu'es macho!   


Gurises


Cuasi siempre los pare una sirvienta
que también nació así, como los gatos,
en un catre arrumbrao y color mugre
o en el suelo nomás, arriba'e trapos.

Dispués, en un cajón, negriando'e moscas
el chupete sin leche, sucio y agrio,
aprienden poco a poco que de nada
en la vida'e los pobres sirve'l yanto.

Y se quedan cayaos horas enteras,
mordiendo sus piesitos y oservando
a la madre, que va de un lao pal otro
con su olor a fregones y a trabajo.

Cuanto saben gatiar ya precipean
a juirse a los galpones y a los patios,
y áhi se crían, lambidos por los perros
y comiendo imundicias con los chanchos.

De jugar cuasi nunca tienen tiempo.
Muy lejo'en lejo', cuando viene a mano,
paran rodeo a una tropiya'e güesos
o arman alguna boliadora'e marlos.

Y apenitas aprienden'andar solos
y aguantarse'n el lomo de un cabayo,
ya'stán entreveraos con la pionada,
pagándose'l pirón y los andrajos.

¡Asina los he visto en las estancias
de portera a candao y de güen pasto,
and'entr'hileras de alambraos tirantes
lustran el anca los noviyos chatos!



Orejano

Yo sé qu'en el pago me tienen idea
porque a los que mandan no les cabresteo;
porque dispreciando las güeyas ajenas
sé abrirme caminos pa dir ande quiero.

Porque no me han visto lamber la coyunda
ni andar hocicando p'hacerme de un peso,
y saben de sobra que soy duro'e boca
y no me asujeta ni un freno mulero.

Porque cuando tengo que cantar verdades,
las canto derecho nomás, a lo macho,
aunq'esas verdades amuestren bicheras
ande naide creiba que hubiera gusanos.

Porque al copetudo de riñón cubierto
-pa quien n'usa leyes ningún comisario-
lo trato lo mesmo que al que sólo tiene
chiripá de bolsa pa taparse'l rabo.

Porque no m'enyenan con cuatro mentiras
los maracanases que vienen del pueblo
a elogiar divisas ya desmerecidas
y'hacernos promesas que nunca cumplieron.

Porque cuando truje mi china pal rancho
me olvidé que hay jueces p'hacer casamientos,
y que nada vale la mujer más güena
si su hombre por eya no ha pagao derecho.

Porque a mis gurises los he criao infieles
aunqu'el cura grite qu'irán al infierno,
y digo ande cuadre que pa nada sirven
los que sólo viven pirichando el cielo.

Porque aunque no tengo ni en qué cáirme muerto
soy más rico qu'esos que agrandan sus campos
pagando en sancochos de tumba reseca
al pobre pión, qu'echa los bofes cinchando.

¡Por eso en el pago me tienen idea!
¡Porqu'entre los ceibos estorba un quebracho!
¡Porque a tuitos eyos les han puesto marca
y tienen envidia de verme orejano!

¿Y a mí qué m'importa? ¡Soy chúcaro y libre!
¡No sigo a caudiyos ni en leyes me atraco!
¡Y voy por los rumbos clariados de mi antojo
y a naides preciso pa ser mi baquiano!




Tata Dios: yo no dudo que siás juerte;
que gobernés vos solo tierra y cielo;
que a tu mandao se apague'l rejucilo
y se amanse'l más potro de los vientos.

No dudo que haygas hecho esas estreyas
que sirven de candiles a los sueños,
y p'aliviar el luto de las noches
priendas la luna en su reboso negro.

No dudo que siás vos el que le puso
al colmiyo'e la víbora el veneno;
el que afiló las uñas de los tigres
y le dio juersa'l pico de los cuervos...

Pero dudo'e tu amor y tu justicia,
pues si juera verdá que sos tan güeno
no te hubieras yevao aqueya vida
qu'era pa mí más grande que tu cielo.

Vos sabés, Tata Dios, cómo la quise.
Eya jué'l sol que amaneció en mi pecho.
Por eya tuvo primavera mi alma
y echaron alas mis mejores sueños.

Eya era linda como las mañanas
cuando dispiertan yenas de gorjeos;
alegre como el ruido'e las colmenas;
graciosa como el'unco'e los esteros.

¡Y era tan güena, Tata Dios!... ¡Tan güena!
Nunca un rencor se cubijó en su pecho.
Pa tuitos tuvo corasón sin trancas
rebosao de ternuras y de afetos.

Y creyó siempre'n vos: tuitas las noches
s'endulsaba en su boca el Padre Nuestro,
mientras su almita'e pájaro aletiaba
ofertándose entera en cada reso.

¡Y tuviste coraje pa matarla!
¿No pensaste que yo tamién juí güeno,
que no meresco este dolor que sangra
la herida siempre viva'e su ricuerdo!

¿Cómo no viá dudar de tu justicia?
¿Cómo viá crer que tengas sentimiento
si vos, provalecido de tu juersa,
nos quitás siempre lo que más queremos?

¿Pa qué nos diste corasón, entonce'?
¿Pa qué nos esigís que siamos güenos,
si nos encariñás con este mundo
y en él ponés nomás que sufrimientos?

¿Cres que consuela tu promesa'e gloria?
Si aquí and'hemos nacido, ande queremos,
nos negás el derecho'e ser dichosos,
¡no sé pa qué nos va'servir tu cielo! 



Secreto


¿Ti acordás, chirusa? Jué ya entre dos luces.
Vos'tabas parada contra la tranquera,
con los ojos fijos, clavaos en el cielo,
como pastoriando la primer estreya.

Echao a tus pieses cuchilaba el gato;
sobre la ramada cantaba un silguero;
mientras los gurises, tiraos entre'l pasto,
se daban, riyendo, güeltas de carnero.

Yo me juí arrimando con mira'e decirte
que dende hacía tiempo te andaba queriendo;
que me tenían loco tus trensas retintas,
el luto'e tus ojos, l'aroma'e tu cuerpo.

Pero al verme cerca s'his'humo el coraje;
de puro fayuta s'envaró mi lengua;
y dispués de muncho componerme'l pecho
te dije, temblando, ni sé qué simplesa.

Vos me retrucaste dispués di un ratito,
cuasi sin mirarme, con algo'e disprecio,
y tus dientes blancos como leche d'higo
mordieron con juria la punta'el pañuelo.

Quedamos cayáitos los dos, suspirando,
y asina'stuvimos, sin alsar la vista,
hasta que la noche se apió sobre'l campo
y apagó las últimas brasas del día...

Con pena y con rabia te dije adiosito,
y cuando, ya'l dirme, volví la cabesa,
vide que tus ojos'taban lagrimiando
y que los bajabas como con vergüensa.

Quise entrepararme pero jué imposible
pues me rempujaba yo no sé qué juersa;
y seguí tranquiando derecho al palenque,
y al tranquiar, yoraron por mí las espuelas...

Dispués, pa otros rumbos me cinchó el destino.
A campiar olvido juí de pago en pago,
armándole al ñudo la cimbra'e mis tristes
a la pena perra que m'iba matando...

Y aura que tus ojos son dos luces malas
que asombran mis negras noches de dolor,
ricordando aqueyo pienso: ¿por qué pucha,
desiando lo mesmo, cayamos los dos?






Chapetonada

¡Pucha gurí cristo! Porque una chirusa
te ha ladiao el anca,
ya cres que la vida no vale un comino
sin esa julana.

Y pasás en claro las noches enteras,
pita que pita, pensando bobadas;
y tuito el día vivís desinquieto,
dando güeltas, mesmo que perro con sarna.

Y al ñudo las brujas te dan venceduras,
yuyos y porqueras pa poder ligarla;
y al ñudo el pulpero t'enyena la copa
porque ya ni gusto li hayás a la caña...

¡No siás maturrango! ¿No ves qu'esa china
juyó porqu'es maula?
Buscá una que tenga la marcha pareja.
¡Yegua'e dos galopes no sirve pa nada!

¡Tragáte esa pena! ¡Sé macho, canejo!
¡Si entuavía pa'elante tenés muncha cancha!
¡Si el mundo es machaso y está yeno'e rumbos
pal que sólo tiene veintiaños en'l'alma!



Hembra


Pa dentrarme'en el alma juiste artera y mañosa.
M'engrampastes a juersa de tarimba y carpeta.
Con dispacio y baquía, como quien cincha'l monte,
preparaste la trampa pa embretar mi soncera.

A ocasiones mansita como yegua'e piquete
y a ocasiones lo mesmo que un venao de matrera;
di a ratitos tristona, redetida en suspiros,
y otras güeltas beyaca, negadora y perversa;

rebenquiando ese cuerpo cimbrador com'un'unco
-and'hicieron tuitas mis miradas querencia-,
y enyenando'e promesas esos ojos dañinos
que almarean más juerte que la mesma giñebra,

pecho adentro, di a poco, te me juiste ganando,
sin temor de qu'el güeso se pudiera dar güelta,
pues jugándola en vaca con mandinga, ¡dejuro!,
cualquier cancha te sirve y ande quiera echás güena.

Pa la trensa del laso que pialó mi cariño
desbarbaste los tientos con prolija destresa.
¡Baquianasa la china! ¡Ni campiando a candiles
s'encuentra otra que sirva pa empardarte siquiera!

Yo, asonsao por tus tretas, no patié la celada;
m'enredé'n tus mentiras de mujer cabortera;
y en mi rancho de adobe, munchas noches escuras,
p'alumbrarme p'adentro tu ricuerdo ju'estreya.

Te desiaba y te véia po'ande quiera que juese;
cuanti más vos me juías yo te creiba más cerca;
bien a láito'e mi catre, cuando el sueño lerdiaba,
'taban siempre tus ojos aguaitando mi pena...

Y a la larg'aflojastes. Y te truje a mi rancho
carculando que traiba lo mejor de la tierra.
Y tu boca jué chica pa potrero'e los besos
que salían en tropiyas de mi boca sedienta.

Pero vos pastoriabas la ocasión pa burlarte,
pa encajarme las patas como mula mañera.
¡Pucha, ustedes las hembras son pal hombre más piores
que manada de chanchos cuando dentra'la güerta!

Ya cumpliste tu gusto. ¡Podés dirte, canejo!
¡Por respeto al cuchiyo no te tuso a lo yegua!
¡Rejuntá tus percales y marcháte'n seguida
d'este rancho, que al ñudo quiso ser tu querencia!

¿Qu'esperás? ¿Cres de juro que no aguanto la marca?
¡Si mujer de tu laya po'ande quiera s'encuentra!
¡Podés dirte tranquila; tengo juersa'entuavía
y me sobran rodajas pa domar una'usencia!

¿Y aura? ¡Güe! ¿Tas yorando? ¡No faltaba más qu'eso!
¿Arricién te das cuenta que no sirve ser puerca?
Te metés'hacer barro pa dispués remorderte
y amolar con tus yantos. ¡No negás que sos hembra!


Serafin J. García 
El 5 de junio de 1905, en el paraje de Cañada Grande –departamento de Treinta y Tres– nació Serafín JGarcía, considerado como uno de los más destacados exponentes de la literatura gauchesca. Siendo sus padres Serafín García Minuano y doña Sofía Correa, fue bautizado con el nombre de Serafín José García.

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